La circuncisión como problema teológico

La circuncisión en el cristianismo ha generado no pocas dificultades teológicas a lo largo de la historia que han tenido sucesivos intentos de explicación. El problema comienza ya en el Antiguo Testamento (Génesis 17) cuando Dios insta unilateralmente a Abraham a obedecer un pacto bajo el que él y todos sus descendientes deberán de someterse a la circuncisión. Mediante el pacto Dios concede a Abraham fecundidad, tanto en número como en calidad de descendientes, pero el pacto no es sólo con Abraham ya que todo hombre deberá de mantenerlo para no ir contra la ley de Dios.
Los problemas teológicos se hicieron inmensos cuando el cristianismo comenzó a expandirse y personas de origen no judío abrazaron la fe. Los primeros Padres de la Iglesia realizaron un Concilio en Jerusalén en el que, después de buscar una correcta interpretación de los textos, se decidió que los no judíos que se convirtiesen al cristianismo no debían de circuncidarse con lo que lo citado en el Génesis 17,14 (Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.) quedaba sin valor para los gentiles. Lo que finalmente imperaba es la declaración de la primera carta a los Corintios “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios. Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede.” Corintios 7 (19-20)
Naturalmente los problemas que parece que origina este pacto al que obliga Dios son muchos. No sólo por lo descrito en el Génesis y lo que se intentó solventar para permitir la expansión del cristianismo, también tiene más implicaciones. ¿Qué ocurre con las mujeres? Podrían no estar sometidas al pacto porque quizás ni se las tome en cuenta pero, caso de estarlo, no podrían someterse a la circuncisión en las mismas condiciones que los hombres. El motivo fundamental sería fisiológico ya que el cercenamiento en una mujer, a diferencia de lo sucedido en el hombre, significa una verdadera mutilación.
Pero lo peor no son las posibles consecuencias secundarias de este pacto. Lo peor, a mi modo de ver, es el pacto en sí ya que representa un gesto máximo de sumisión obligada ante Dios. Lo que realmente ataca la circuncisión es a la voluntad de la persona a través de lo más íntimo y representativo de ella, su sexualidad. Es verdad que podría verse esta voluntad al modo de la percepción de la concupiscencia agustiniana, con lo que ésta ya no quedaría en tan buen lugar, pero también es cierto que procede de la emanación de la identidad personal que, a la postre, es la que verdaderamente es censurada. Así pues al ser un gesto máximo de sumisión a Dios y de renuncia a sí mismo, constituye una prolongación de lo también representado en la prohibición de comer del árbol del Bien y del Mal. Se podría decir que Dios sigue marcando los límites para que el hombre no suplante su lugar, para que no se haga Dios y así tenga que remitir su existencia a él. Caso de asumir esta conclusión no queda otra que comprender la posición del ser humano desde esta perspectiva.

11 comentarios:

  1. En el Islam la circuncisión no es obligatoria en el sentido de que no está prescrita en el Corán. Es, como dices, una tradición preislámica que procede de épocas muy antiguas anteriores incluso al Antiguo Testamento. Sin embargo, casi todos los padres musulmanes en nuestro país circuncidan a sus hijos. Como en el estado español la sanidad pública no cubre la intervención salvo que médicamente sea necesaria, Los padres viajan hasta su país de origen para efectuarla. Es curioso cómo arraigan ciertas tradiciones hasta convertirse en incuestionables.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. ¿Crees que en el Islam también podría tener el mismo sentido de sumisión al que se refiere en la entrada?. Lo digo porque en muchas ocasiones las costumbres (también la religiosas) tienen similitudes en común.

    También es curioso que sin ser obligatorio se siga haciendo. En algunas ocasiones se pone el pretexto de la higiene pero parece claro que los motivos fundamentales deben de ser otros.

    Gracias y saludos

    ResponderEliminar
  3. Hay que tener en cuenta que "Islam" significa precisamente sumisión (a Dios). En ese sentido, el musulmán que se toma la circuncisión como deber religioso y no como mera tradición cultural, está siendo sumiso. Ya sé que en la actualidad este término suena francamente mal porque parece que va en contra de la dignidad del ser humano. Es más "bonito" hablar de relación de amor que de relación de sumisión. Pero el Islam, sin negar la necesidad del amor, considera esencial la sumisión en exclusiva a Alá hasta el punto de considerarla el eje de la vida del creyente.
    ¿Qué sentido teológico tiene este imperativo? Es bueno darse cuenta de que el mandamiento de sumisión exclusiva a Dios supone en la práctica una obligación de independencia de todo lo demás. Todo lo que no es Alá es inesencial y no es buen musulmán quien se somete a lgo que no sea Alá. El Islam o sumisión exclusiva a Dios implica, por tanto, la insumisión a toda forma de poder y a toda idolatría: ningún rey, ningún jefe, ningún partido político o nación, ningún objeto material ni ningún bien espiritual merece nuestra sumisión, pues de lo contrario se cometería la peor de las faltas, la de asociación, la de equiparar a Alá con un "ídolo.".
    La idea de monoteísmo y de sumisión exclusiva a Dios crea, paradójicamente, la mayor de las libertades imaginables al ser humano. Es una idea que también existe en el cristianismo, pero es el Islam el que la recalca con mayor contundencia.
    Me gustaría saber qué opinas tú sobre esto.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Entiendo y veo lógico el concepto de sumisión a Dios. Lo que me resulta molesto no es escuchar esta palabra, son las asociaciones que existen de ella.

    La sumisión es un concepto fundamental para entender la anulación de la persona. De esta forma podremos ver el grado de renuncia de cada individuo en cuanto se someta a intereses ajenos a él. Por ejemplo, el sadomasoquismo se basa exactamente en esto. Yo soy algo en cuanto me uno a otra persona ya que por mí mismo no significo nada. En lo sistemas totalitarios sucede igual. Su premisa es anular el interés del individuo en beneficio de una "causa mayor". El nazismo comenzó instaurándose a base de esto. Había que defender al movimiento, al lado de éste la vida de cada individuo no valía nada. Eric Voegelin tuvo la agudeza de comprender las vinculaciones entre la religión y la política. Si no recuerdo mal creo que fue él el que acuñó el término de "religión política" que ya simplemente con el nombre deja a las claras el estrecho margen que, en algunos aspectos, puede llegar a existir entre estos conceptos aparentemente tan dispares. Lo curioso y lo que lo hace más genuino es que Voegelin contempla la faceta real de la religión y no una bastarda como la idea que tenía Hobbes de vincular lo que llamaba "religión" (que en nada tenía que ver con la realidad de lo que es la religión) al despotismo.

    Los humanismos suelen tender al ateísmo y rechazan la religión como algo "ajeno" a la persona. En este sentido yo también soy partidario de rechazar lo que no es propio del ser humano. La diferencia es que para mí el humanismo cojea porque traslada el mito religioso al ser humano. Pero el hombre no es un dios, no es autocreado (entre otras muchas cosas). Por eso pienso que la religión, sobre todo en cuanto a extensión de la necesidad emotiva (no puede ser que las cosas tengan que ser así) y en cuanto a justificación de un orden que no puede ser explicado de otra manera se hace completamente necesaria.

    No sé si me he conseguido explicar del todo bien.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Claro que te has explicado: la palabra "sumisión" en abstracto tiene asociaciones poco simpáticas. A nadie le gusta, por lo menos en teoría, someterse a intereses ajenos, como tú dices. Pero ¿qué es "mi" propio interés? Ese "mi" es una ilusión. Todo lo que me interesa es siempre lo otro, lo que es distinto a mí, lo que me falta. Desear un Ferrari o comer caliente es someterse en el mismo sentido que el nazi se somete a Hitler. No tenemos más remedio que someternos a lo ajeno, con independencia de que eso ajeno sea más o menos amable, más o menos reporobable, más o menos heroico, más o menos inevitable... Ahora bien, y esto recuerda a Platón...
    -si yo creo en la existencia de Dios, y creo que es el supremo Bien
    -y aborrezco someterme
    -pero por otro lado conozco que inevitablemente me he de someter a algo
    la decisión de someterme en exclusiva a Dios -si es que existe- es la menos sumisa posible,
    Es más, si yo fuese atea pero tuviese la capacidad de desear someterme a ese Bien supremo que sé que no existe sería también una actitud liberadora.
    Por otro lado, si Dios existe y es el supremo Bien ¿puede un ser humano exigir con justicia no someterse a ese bien? Por más que valoremos al individuo y al ser humano, si somos creyentes y creemos en lo Absoluto, por definición, sería una pedantería grotesca, una contradicción, no ser sumiso a ese Absoluto. Ser sumiso a lo Absoluto es ser radicalmente insumiso -a todo lo demás.
    Del mismo modo que la cúspide del racionalismo la alcanza Kant cuando reconoce los límites de la razón, no hay mayor humanismo que reconocer la inanidad del ser humano. El creyente monoteísta la reconoce al cotejarla con un Dios que él cree que existe, pero el ateo la debería también reconocer al cotejarla con un Dios que es pensable como Bien supremo. Así, el humanismo es someterse o aspirar a ese Bien, sea real o pensado que se ve en el horizonte, no reafirmarse en su miseria y mirarse el ombligo.

    ResponderEliminar
  6. Como dirian mis hijos "demasiada leña para mi camioncito",pero realmente el post no me entusiasmo pero si las reflexiones de los dos,siempre se aprende algo y creo en esto aprendi mucho.Gracias.Un saludo

    ResponderEliminar
  7. Dizdira:

    Es verdad, la palabra sumisión quizás no sería la más apropiada o no al menos con esas connotaciones. Aunque es verdad que un masoquista llama su "libertad" a estar sometido a su dominador no creo que esa libertad sea ni de lejos lo mismo que se busca desde la óptica religiosa. Lo que dificulta discernir entre ambas es un "cierto paralelismo" de relacciones.

    Más que a Platón, que también, el tono de lo que expresas en tu texto me recuerda a mi querido Plotino y a su anhelo de fusión con el Uno. Quizás porque el carácter místico de Plotino me lo hace todavía más apropiado que Platón para comprender lo que significa dirigirse hacia algo supremamente elevado.

    Pensando en esto que mencionas de que que desear un Ferrari no es tan lejano a someterse a Hitler, y retomando al Schopenhauer que tantas veces mencionamos, quizás el error sería ser esclavos de nuestro deseo. En este caso proseguir el mismo camino sería un error. Tanto para una cosa como para la otra. Entonces ¿qué quedaría para proseguir? ¿la fe?

    María C:

    Gracias pero no estamos en una situación tan distinta. A mí también me resulta todo con "demasiada leña para mi camioncito". Por cierto, ¡qué frase más tierna y simpática!

    Saludos para ambas

    ResponderEliminar
  8. Interesantísimo tu blog y el enfoque tan poco habitual que tiene. Vengo del blog de Dizdira Zalakain y me estoy dando un buen paseo por aquí, con tu permiso.

    ResponderEliminar
  9. ¡Virgen santa! ¿Cuántos blogs tienes? Si son por el estilo de éste voy a tener lectura para rato. Un saludo. Con tu permiso, te enlazo a mi blog.

    ResponderEliminar
  10. Hola pcbcarp

    No sé si el blog tendrá mucho valor pero, al menos comparado con lo que llevo visto por ahora, no tiene una orientación muy convencional.

    Lo de los blogs es un vicio. Una vez que puedes llevar tranquilamente el primero como tomes la decisión de hacer el segundo ya puede ser un pozo sin fondo...

    Gracias y saludos

    ResponderEliminar
  11. la circunsicion es solo la consagracion en cuerpo y alma a NUESTEO PADRE CELESTIAL EN NUESROS TIEMPOS
    DIOS LES BENDIGA

    ResponderEliminar

Tu opinión es importante y siempre será bien recibida. Exprésala con el asentimiento o disentimiento que quieras dentro de los márgenes del respeto.