He asistido a un ciclo de tres conferencias que ha dado José María Castillo los días 26, 27 y 28 de Enero de 2010 que intentaré comentar a continuación en una serie de artículos que inicio aquí mismo con la charla del primer día (la conferencia del segundo día se puede ver completa en vídeo pinchando aquí, así como la del tercer día también está en vídeo completa pinchando aquí).
Las conferencias han sido programadas por un grupo de derechos humanos y supongo que, aunque la asistencia era libre, el grueso de las personas que asistieron a ellas pertenecían o estaban ligadas de alguna manera a este grupo. Se podría decir que, vistas las condiciones en las que se suelen desarrollar este tipo de actos, las charlas fueron relativamente multitudinarias. Una primera sala, que se llenó siempre y en la que cabrían cerca de trescientas personas, y una segunda sala en la que se retransmitía en directo lo que pasaba en la primera. Digo esto sobre todo para que comprendiendo el contexto se pueda ver el tono didáctico de la exposición. Evidentemente Castillo aprovechó el pequeño margen de tiempo para exponer de forma resumida el contenido fundamental de sus trabajos, con lo que si se quiere comprender detalladamente su pensamiento no queda otra que dirigirse a sus libros. Él es consciente de que hay una serie de temas que es necesario que sean conocidos por personas que viven en un cierto grado de confusión ya que no logran dar salida a sus necesidades religiosas y, en el mejor de los casos, terminan optando por un cristianismo “por libre”. Visto todo esto es claro que el fin fundamental es didáctico. Sin embargo el formato de conferencia no es incompatible con el estudio teórico del pensamiento porque Castillo es de esa clase de pensadores que encarnan lo que dicen. Pensamiento se hace pues una prolongación de su sentimiento y juntos convergen en una praxis que es también un modo de vida.
El mismo Castillo describió su último libro, “La humanización de Dios”, como la etapa más fundamental de su obra. El hecho de que tenga en propósito continuar próximamente las líneas de trabajo que están ahí perfiladas y que él se sepa con un tiempo limitado hace que tenga doble valor el esfuerzo que se ha tomado para pronunciar esta serie de tres charlas a la vez que recuerda la orientación práctica que dirige su pensamiento.
Algo que llama pronto la atención es el apasionamiento con el que se expresa. Generalmente comienza hablando en un tono simplemente racional, como el del que recita correctamente una lección bien aprendida, pero a los diez o quince minutos el mensaje que pronuncia comienza a captar su ánimo de forma que el sentimiento se apodera de él y dirige su discurso. Platón decía sobre Sócrates que se podía adquirir conocimiento por contacto simplemente estando a su lado. Este principio, que tiene su fundamento en hacerse idea encarnada y en mantener una conducta acorde al pensamiento, creo que de alguna forma también puede verse en Castillo porque habla de lo que le duele, de lo que ama, de lo que se necesita. En este sentido, y como mencionaba antes, la presencia en persona aporta un plus que no se puede trasmitir en sus libros.
La primera conferencia se refirió a los evangelios y tengo que decir que, ya desde el comienzo me resultó impactante porque el primer concepto, al igual que muchos de los términos e ideas a las que se refirió, eran las mismas ideas que desde hace tiempo han venido representando una parte importante de mi vida sólo que esta vez se me mostraban traspasadas al ámbito religioso. El primero de estos conceptos, el de conflicto, lo mencionó a los pocos instantes de comenzar esta primera conferencia. El motivo de esta denominación es que Castillo entiende los Evangelios como la historia de un conflicto. El enfrentamiento es para él el que mantuvo Jesús con la religión, y no con una en particular, sino con todas. Este hecho llegó a ser de tan grandes proporciones que terminó con la muerte del propio Jesús. Fundamentalmente el choque se debió a que lo que Jesús defendía era lo humano mientras que la religión aspiraba a lo divino. Para ilustrarlo pone de manifiesto las direcciones opuestas en las que ambos se dirigen. Mientras que al encarnarse Jesús se hizo hombre, la religión tradicional lleva el camino contrario ya que se dirige desde lo humano hacia lo divino [1]. Dicho enfrentamiento se plasmó fundamentalmente en tres lugares. Primero, con la ley (La Torá); segundo, con el templo; y tercero con los sacerdotes.
No voy a negar que sea legítimo contemplar los evangelios como la historia de un conflicto, personalmente a mí también me parece una visión acertada aunque no sea necesariamente la única. ¿Por qué entonces Castillo ha sabido ver esta perspectiva? En mi opinión es su sensibilidad la que lo propicia. Muchas personas que se han visto bajo la órbita de la violencia acaban volviendo a generarla (como explica un autor al que Castillo directamente se refirió, René Girard) y si no se transforman en un medio de difusión acaban vinculándose a ella, por ejemplo intelectualmente. Este parece ser el caso de Castillo que, contemplando los Evangelios como la historia de un conflicto, parece demostrar el suyo propio y la necesidad de vincularse a esta idea. Entiéndaseme bien. De la misma forma que leer un libro no es más que leerse a sí mismo porque el soporte físico ideado por otra persona sólo puede alcanzar significado si el lector puede “dotarlo de vida”; conocer la realidad es también conocerse a uno mismo. Con esto resulta que sólo podremos “ver” aquello que de alguna forma tengamos en nuestro interior. A mí también me resulta interesante la idea del conflicto y no es nueva en mí. He hablado o escrito sobre ella en varias ocasiones. Por ejemplo al referirme a lo que nos aportan las enemistades, al referirme sentido dramático en la existencia humana o a las implicaciones que conlleva la violencia. Lo que me resulta especialmente interesante es que Castillo sepa incluirla en una orientación religiosa. Teniendo en cuenta que las religiones tienden a la unidad el conflicto podría verse como algo contradictorio pero no tiene por qué ya que el conflicto resulta para Castillo una reivindicación y defensa de lo humano. El conflicto aparece pues sublimado desapareciendo lo violento de la acción en beneficio de la idea ahora vinculada a la religión. Se podría decir que esencialmente es una defensa de la vida (humana) y un rechazo de lo que pretende destruirla como muestran dos de los ejemplos de lo que hizo Jesús que utilizó Castillo para ilustrar este apartado: Jesús tuvo conflicto porque curaba y la religión no permitía sanar a los enfermos; también comía con pecadores, lo hizo sin que se hubiese realizado purificación, y lo hizo en días de ayuno que no estaban permitidos por la religión. Además Castillo resalta la importancia de distinguir lo humano de lo cultural. Mientras que en lo cultural nos debemos a un marco que sirve de referente, en lo humano encontramos lo universal que se muestra en todas las culturas. Para lo cultural utilizó el ejemplo de haber sido educado en un ambiente cultural cristiano o de ser español, ambas son circunstancias sin las cuales una persona concreta circunscrita en ella no se puede comprender. Para lo humano utilizó dos conceptos, el de carnalidad y el de alteridad.
Siguiendo con esta última distinción para la idea de carnalidad lo fundamental queda situado en la salud y en la alimentación. Castillo hace notar la significación de que Jesús curase a enfermos y de que proveyese a la gente de alimentos (por ejemplo con la transformación de vino en agua.). José María hizo hincapié en que había contado una a una todas las referencias a la alimentación que hay en los Evangelios terminando por sumar un número proporcionalmente alto. Para el segundo concepto, el de alteridad, Castillo recordó que todos buscamos la unión con el otro, con lo otro. Así sucede en la relación de pareja, en la amistad etc.. El ser humano no puede ser concebido con independencia absoluta de sus congéneres ya que existe también gracias a ellos. Estos dos conceptos se funden a su vez en otro que los engloba, el de comensalidad. Recordemos que cuando Jesús comió con sus discípulos mostró a la vez la necesidad del alimento y la fusión con los demás. Para ilustrarlo aprovechó una reciente imagen que había contemplando poco antes de llegar a la conferencia, la de una madre amamantando a su hijo. De nuevo aquí vuelve a darse esta fusión de conceptos que se describe.
[1] Este esquema es paralelo al funcionamiento de la autoridad que describió el segundo día. En él cuando alguien se alza sobre los demás provoca desunión, mientras que cuando “desciende” cediendo a sus posturas se tiende a la concordia.
Las conferencias han sido programadas por un grupo de derechos humanos y supongo que, aunque la asistencia era libre, el grueso de las personas que asistieron a ellas pertenecían o estaban ligadas de alguna manera a este grupo. Se podría decir que, vistas las condiciones en las que se suelen desarrollar este tipo de actos, las charlas fueron relativamente multitudinarias. Una primera sala, que se llenó siempre y en la que cabrían cerca de trescientas personas, y una segunda sala en la que se retransmitía en directo lo que pasaba en la primera. Digo esto sobre todo para que comprendiendo el contexto se pueda ver el tono didáctico de la exposición. Evidentemente Castillo aprovechó el pequeño margen de tiempo para exponer de forma resumida el contenido fundamental de sus trabajos, con lo que si se quiere comprender detalladamente su pensamiento no queda otra que dirigirse a sus libros. Él es consciente de que hay una serie de temas que es necesario que sean conocidos por personas que viven en un cierto grado de confusión ya que no logran dar salida a sus necesidades religiosas y, en el mejor de los casos, terminan optando por un cristianismo “por libre”. Visto todo esto es claro que el fin fundamental es didáctico. Sin embargo el formato de conferencia no es incompatible con el estudio teórico del pensamiento porque Castillo es de esa clase de pensadores que encarnan lo que dicen. Pensamiento se hace pues una prolongación de su sentimiento y juntos convergen en una praxis que es también un modo de vida.
El mismo Castillo describió su último libro, “La humanización de Dios”, como la etapa más fundamental de su obra. El hecho de que tenga en propósito continuar próximamente las líneas de trabajo que están ahí perfiladas y que él se sepa con un tiempo limitado hace que tenga doble valor el esfuerzo que se ha tomado para pronunciar esta serie de tres charlas a la vez que recuerda la orientación práctica que dirige su pensamiento.
Algo que llama pronto la atención es el apasionamiento con el que se expresa. Generalmente comienza hablando en un tono simplemente racional, como el del que recita correctamente una lección bien aprendida, pero a los diez o quince minutos el mensaje que pronuncia comienza a captar su ánimo de forma que el sentimiento se apodera de él y dirige su discurso. Platón decía sobre Sócrates que se podía adquirir conocimiento por contacto simplemente estando a su lado. Este principio, que tiene su fundamento en hacerse idea encarnada y en mantener una conducta acorde al pensamiento, creo que de alguna forma también puede verse en Castillo porque habla de lo que le duele, de lo que ama, de lo que se necesita. En este sentido, y como mencionaba antes, la presencia en persona aporta un plus que no se puede trasmitir en sus libros.
La primera conferencia se refirió a los evangelios y tengo que decir que, ya desde el comienzo me resultó impactante porque el primer concepto, al igual que muchos de los términos e ideas a las que se refirió, eran las mismas ideas que desde hace tiempo han venido representando una parte importante de mi vida sólo que esta vez se me mostraban traspasadas al ámbito religioso. El primero de estos conceptos, el de conflicto, lo mencionó a los pocos instantes de comenzar esta primera conferencia. El motivo de esta denominación es que Castillo entiende los Evangelios como la historia de un conflicto. El enfrentamiento es para él el que mantuvo Jesús con la religión, y no con una en particular, sino con todas. Este hecho llegó a ser de tan grandes proporciones que terminó con la muerte del propio Jesús. Fundamentalmente el choque se debió a que lo que Jesús defendía era lo humano mientras que la religión aspiraba a lo divino. Para ilustrarlo pone de manifiesto las direcciones opuestas en las que ambos se dirigen. Mientras que al encarnarse Jesús se hizo hombre, la religión tradicional lleva el camino contrario ya que se dirige desde lo humano hacia lo divino [1]. Dicho enfrentamiento se plasmó fundamentalmente en tres lugares. Primero, con la ley (La Torá); segundo, con el templo; y tercero con los sacerdotes.
No voy a negar que sea legítimo contemplar los evangelios como la historia de un conflicto, personalmente a mí también me parece una visión acertada aunque no sea necesariamente la única. ¿Por qué entonces Castillo ha sabido ver esta perspectiva? En mi opinión es su sensibilidad la que lo propicia. Muchas personas que se han visto bajo la órbita de la violencia acaban volviendo a generarla (como explica un autor al que Castillo directamente se refirió, René Girard) y si no se transforman en un medio de difusión acaban vinculándose a ella, por ejemplo intelectualmente. Este parece ser el caso de Castillo que, contemplando los Evangelios como la historia de un conflicto, parece demostrar el suyo propio y la necesidad de vincularse a esta idea. Entiéndaseme bien. De la misma forma que leer un libro no es más que leerse a sí mismo porque el soporte físico ideado por otra persona sólo puede alcanzar significado si el lector puede “dotarlo de vida”; conocer la realidad es también conocerse a uno mismo. Con esto resulta que sólo podremos “ver” aquello que de alguna forma tengamos en nuestro interior. A mí también me resulta interesante la idea del conflicto y no es nueva en mí. He hablado o escrito sobre ella en varias ocasiones. Por ejemplo al referirme a lo que nos aportan las enemistades, al referirme sentido dramático en la existencia humana o a las implicaciones que conlleva la violencia. Lo que me resulta especialmente interesante es que Castillo sepa incluirla en una orientación religiosa. Teniendo en cuenta que las religiones tienden a la unidad el conflicto podría verse como algo contradictorio pero no tiene por qué ya que el conflicto resulta para Castillo una reivindicación y defensa de lo humano. El conflicto aparece pues sublimado desapareciendo lo violento de la acción en beneficio de la idea ahora vinculada a la religión. Se podría decir que esencialmente es una defensa de la vida (humana) y un rechazo de lo que pretende destruirla como muestran dos de los ejemplos de lo que hizo Jesús que utilizó Castillo para ilustrar este apartado: Jesús tuvo conflicto porque curaba y la religión no permitía sanar a los enfermos; también comía con pecadores, lo hizo sin que se hubiese realizado purificación, y lo hizo en días de ayuno que no estaban permitidos por la religión. Además Castillo resalta la importancia de distinguir lo humano de lo cultural. Mientras que en lo cultural nos debemos a un marco que sirve de referente, en lo humano encontramos lo universal que se muestra en todas las culturas. Para lo cultural utilizó el ejemplo de haber sido educado en un ambiente cultural cristiano o de ser español, ambas son circunstancias sin las cuales una persona concreta circunscrita en ella no se puede comprender. Para lo humano utilizó dos conceptos, el de carnalidad y el de alteridad.
Siguiendo con esta última distinción para la idea de carnalidad lo fundamental queda situado en la salud y en la alimentación. Castillo hace notar la significación de que Jesús curase a enfermos y de que proveyese a la gente de alimentos (por ejemplo con la transformación de vino en agua.). José María hizo hincapié en que había contado una a una todas las referencias a la alimentación que hay en los Evangelios terminando por sumar un número proporcionalmente alto. Para el segundo concepto, el de alteridad, Castillo recordó que todos buscamos la unión con el otro, con lo otro. Así sucede en la relación de pareja, en la amistad etc.. El ser humano no puede ser concebido con independencia absoluta de sus congéneres ya que existe también gracias a ellos. Estos dos conceptos se funden a su vez en otro que los engloba, el de comensalidad. Recordemos que cuando Jesús comió con sus discípulos mostró a la vez la necesidad del alimento y la fusión con los demás. Para ilustrarlo aprovechó una reciente imagen que había contemplando poco antes de llegar a la conferencia, la de una madre amamantando a su hijo. De nuevo aquí vuelve a darse esta fusión de conceptos que se describe.
[1] Este esquema es paralelo al funcionamiento de la autoridad que describió el segundo día. En él cuando alguien se alza sobre los demás provoca desunión, mientras que cuando “desciende” cediendo a sus posturas se tiende a la concordia.
¡Hola Blues! Qué bien que has vuelto a tus blogs. Se te echaba de menos.
ResponderEliminarSiento sana envidia por las conferencias a las que has asistido. Es verdad que no es lo mismo -a veces para peor, a veces para mejor- leer un libro que escuchar -y ver- a su autor.
Debo decir, no obstante, que no estoy nada de acuerdo con la mayoría de las afirmaciones que hace Castillo y que tú amablemente nos resumes. En honor a la verdad, diré que la inmensa mayoría de los historiadores que se han acercado a la figura de Jesús desde un punto de vista aconfesional no estarían de acuerdo con las tesis de Castillo. Yo lo único que hago es darles a ellos más crédito. Las críticas que siguen son críticas que Antonio Piñero, Fernando Bermejo, Conzalo Puente Ojea, Javier Alonso, José Montserrat y, en fin, la inmensa mayoría de expertos no confesionales, no dejan de lanzar a los teólogos, incluso a los de tendencias más liberales, como Castillo.
El problema fundamental es que Castillo parece olvidar la distinción entre el Jesús históricamente plausible y el Jesús que nos describen los Evangelios. Tener en cuenta al Jesús histórico y no al teológicamente adulterado que nos presentan las Escrituras debería ser imprescindible en alguien como él, que apela a la humanidad y a la "carnalidad" de Jesús, al Jesús humano y no al divinizado por la tradición.
Afirma Castillo que el enfrentamiento de Jesús con la religión provocó su muerte. Esta afirmación pertenece al imaginario popular pero es históricamente falsa: el enfrentamiento que causó la muerte de Jesús fue político, no religioso. La leyenda de que la crucifixión se produjo por motivos religiosos se creó y se difundió en el momento en que los cristianos debieron modificar los hechos para:
a) Exonerar de la culpa a los romanos, con los que intentaban llevarse bien y con los que posteriormente fundaron la religión imperial.
b) Culpar del hecho a los judíos que, desde la destrucción de Jerusalén en el 70 dC, eran enemigos declarados de sus ex-correligionarios, los cristianos, y del Imperio Romano. De esta tergiversación parte la justificación ideológico-religiosa del antijudaísmo que luego pervivió durante toda la Edad Media.
Me parece increible que un teólogo de la talla de Castillo mantenga semejante creencia desmontada por los historiadores confesionales desde hace más de un siglo como un presupuesto de su exposición.
(Sigue...)
(Continúa...)
ResponderEliminarAdemás, Castillo enumera una serie de ideas y actitudes que según él mantuvo Jesús y que, según él eran novedosas y contrarias a la religión judía de su entorno. Pues bien, de entre ellas, unas nunca las mantuvo Jesús y otras no eran en absoluto novedosas o contrarias a su entorno judío.
Por ejemplo: Jesús nunca se opuso o minusvaloró la Ley..
"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda." ( Mt 5,17-18 ).
La idea de que la Ley "ya no sirve" es cosa de San Pablo, no de Jesús. Lo que pedía Jesús era no contentarse con cumplir los preceptos de la Torá mecánicamente, sino profundizar en ellos, interiorizarlos. Pero esto tampoco era una novedad de Jesús: la secta de los fariseos -a la que seguramente el mismo debía pertenecer- mantenía exactamente lo mismo.
Tampoco se opuso Jesús al Templo -aunque de haberlo hecho tampoco hubiese sido original, pues había sectas judías que sí se oponían a él. Alguien que estuviese en contra del Templo no se hubiese jugado el pellejo "purificándolo" látigo en mano de la contaminación de los mercaderes.
Tampoco es cierto que en aquel contexto fuera un desafío hacer curaciones milagrosas. Es verdad que, en teoría, el judaísmo prohibía esas cosas, pues solo Dios puede obrar milagros. Pero en la práctica ya había una tradición de milagreros y curanderos, que la propia Misná ensalza por su piedad y sabiduría. El caso del rabino Janiná ben Dosa, anterior a Jesús, es revelador. Muchas de sus curaciones milagrosas son casi idénticas a las del Nazareno.
Yo no soy ni mucho menos experta en estos temas, sólo he leido tres o cuatro libros sobre el asunto y de vez en cuando el blog de Piñero. No me puedo creer que un teólogo con la preparación y los estudios de castillo no sepa estas cosas. No tengo más remedio que pensar que Castillo modifica la historia para hacerla encajar en su Teología.
Yo soy creyente y pienso que mi fe no depende de la historia ni de ninguna otra ciencia. Pero no creo que la fe deba servir como herramienta para fabricar una historia a medida.
No te voy a pedir perdón por el rollazo. ¡Después de tantos días sin leerte, te merecías uno así!
Un abrazo.
El único problema que yo veo es el de siempre, si tratamos del Jesús histórico. La falta de documentos objetivos sobre el particular. Yo no me considero creyente, pero recibí una esmerada educación católica y el asunto me sigue interesando muy mucho.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que el conflicto no era sólo político, aunque la separación entre Religión (parte de la religión) y Política siempre ha sido más que tenue.
Hola pcbcarp:
ResponderEliminarEs verdad que los documentos fiables sobre el Jesús histórico escasean. Los evangelios son obras de propaganda religiosa, no históricas. Pero eso no quiere decir que de ellos no se pueda extraer, con la ayuda de la filología y la historia, material altamente probable. Uno de los datos más incuestionables sobre Jesús es precisamente que fue condenado a mors aggravata por el prefecto de Judea Poncio Pilato. La mors aggravata suponía crucifixión, hoguera o muerte por fieras en el circo y era la condena aplicable a los delitos más graves. Flavio Josefo nos cuenta que ya había sido aplicada antes de Jesús a varios líderes que se autodenominaron Mesías. El delito de estos líderes político-religiosos era el de laesa maiestas populi romani, esto es, el de sedición contra el Imperio. Un prefecto de Roma nunca se hubiera molestado en crucificar a nadie por un delito religioso. No cabe duda de que Jesús fue condenado por un delito político: la instancia que le condenó y la pena impuesta no dejan lugar a dudas.
Además, el relato evangélico sobre el juicio judío está lleno de falsedades históricas. Comparando lo que se relata en los evangelios con lo que prescribe la Misná, los expertos han hallado cerca de 30 contradicciones. Pero la más grave de todas es que los cargos de blasfemia de los que se le acusa -por prrclamarse Mesías e Hijo de Dios- son inverosímiles:
-Primero, porque es históricamente imposible que Jesús se declarase "Hijo de Dios." La idea de que Jesús era el hijo "real" de Dios es una invención teológica bastante posterior. Los primeros cristianos se hubieran quedado flipados ante semejante idea. Exagerando un poco, es como pretender que Jesús dijo que estaba en contra de la píldora del día después: se trata de un anacronismo tendencioso.
-Segundo, porque las leyes judías no consideraban blasfemo proclamarse Mesías.
Dices que la separación entre política y religión siempre ha sido tenue. En eso estoy de acuerdo. Tampoco los judíos de esta época distinguían entre ambas cosas. Seguramente Jesús, a pesar de ser condenado por sedición, se sintió un mártir religioso, lo mismo que hoy debe ocurrirles a muchos líderes de la resistencia contra los invasores en Palestina, Irak o Afganistán. Pero eso no nos debe hacer olvidar cuál fue el motivo que llevó a Roma a dar un castigo ejemplar a Jesús. A Roma le importaban un comino las ideas religiosas de Jesús, como le importaban un comino las infinitas ideas filosóficas o religiosas que surgían en las orillas del Mediterráneo. El problema era que Palestina era una región recién conquistada del Imperio con un alto riesgo de rebelión popular y que los líderes religiosos no saduceos predicaban la necesidad de expulsar a los sucios romanos de su Tierra Santa.
Saludos.
Blues:
ResponderEliminarSeguramente ya lo conozcas, pero mira lo que he encontrado.
http://www.youtube.com/watch?v=olHcNcrjKZ4
La verdad es que en la entrevista Castillo resulta brillante. No me extraña que hayas venido encantado de las conferencias.
Perdona, Dizdira, Lo de Flavio Josefo... ¿no se había quedado en que era una interpolación?
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo por lo demás. En lo de Jesús como hijo de Dios, como en tantas otras cosas, el Islam es mucho más sensato. Pero es que el cristianismo (no hago diferencias) se ha ido enredando de una manera increible en cuestiones bizantinas de las que se extraen consecuencias que se toman como referencia de autoridad en cuanto pasan unos siglos de nada.
Desde luego, un "cristiano" del año 800 ab Urbe condita no reconocería la Iglesia actual como su religión. Bueno, ni la de hace unos cuantos siglos.
Blues, muchas gracias por la explicación de la conferencia, y a Dizdira por el link al vídeo con la entrevista. Unas reflexiones sumamente interesantes.
ResponderEliminarHola pcbcarp:
ResponderEliminarPues sí, es verdad que existen interpolaciones "críticas" para el tema del cristianismo en el texto de F. Josefo. Pero las menciones a otros Mesías, aparte de Jesús, no se han considerado nunca interpolaciones, que yo sepa.
Lo que sí parece que tienen claro los filólogos es que uno de los pasajes en los que Josefo menciona a Jesús está bastante retocado por un piadoso copista cristiano. No la mención en sí, sino ciertas cosas que dice de él, imposibles en boca de un no cristiano a finales del siglo I. Aparte de que, por lo visto, las copias no coinciden entre sí. Encima la interpolación no encaja mucho con el resto del texto.
Qué chapuceros eran estos tíos...
Saludos.
Jordi:
Gracias, pero en realidad, aunque yo no lo sabía, el vídeo ya estaba en uno de los blogs de Blues.
Podéis verlo -y comentarlo aquí:
http://interesanteparaver.blogspot.com/2009/12/jose-maria-castillo-presenta-su-libro.html
Dizdira:
ResponderEliminarClaro, entiendo lo que dices. Es cierto que Castillo se basa mucho en las escrituras aunque también es verdad que intenta confirmarlas con los hechos históricos. A mi modo de ver Castillo tiene una serie de ideas en la cabeza que aprovecha para buscar su propia interpretación del mensaje religioso. Este hecho es importante porque lo que va a encontrar siempre está en función de lo que espera encontrar. Sin embargo esto es algo normal en cualquier pensador y, quizás con mayor razón, lo sea en un teólogo. Comienzo por aquí para comprender tanto la honestidad de sus postulados como lo susceptibles que son de crítica. Yo mismo no estoy conforme con varios apartados y espero poder criticarlos con calma más adelante.
Comenzando con el tema de si la religión fue la causante de su muerte quizás se podría decir que religión y política no era algo que estuviese muy separado en los tiempos de Jesús. Siendo necesaria una prolongación de la religión en la política y una legitimación de la política e la religión. Con esto no quiero evitar las razones que aduces (que además son temas muy interesantes), simplemente comprender que es complicado la separación. Desde luego yo también creo que es mucho más probable que a Roma le preocupase la política que la religión. Una insurrección religiosa también puede ser la base de una rebelión política.
Respecto al supuesto menosprecio de Jesús hacia la ley piensa, por ejemplo, cuando premeditadamente curó premeditadamente al manco en la sinagoga (Mc 3, 1-6). No sólo pudo evitarlo, también adoptó una actitud que se podía definir como provocadora ya que, en lugar de hacerlo a escondidas, decidió hacerlo delante de todos y con ostentación desafiante: “¿Qué está permitido hacer en sábado? ¿Hacer el bien o hacer el mal? ¿Salvar una vida o matar? (Mc 3,4) Con esto creo que también respondo a la priorización de la persona respecto al templo.
Sin embargo no digo con esto que no lleves razón. Quizás habría que pensar en una síntesis de los datos para decidirse por las ideas y presupuestos que deben de estar detrás.
Me alegro de que te haya interesado el vídeo. A mí también me pareció excelente.
Un abrazo y muchas gracias por tanta amabilidad.
Pcbcarp:
Es que por algo se sigue investigando y por algo sigue siendo tan necesario comprender la historia para saber qué es exactamente el cristianismo.
Jordi:
Gracias por tu visita y por tu apoyo.
Saludos para todos
Dizdira:
ResponderEliminarEstaba pensando en esto que llamas tú “Jesús teológicamente adulterado”. No sé muy bien a que te refieres. Evidentemente el objetivo principal de la Biblia no es el de ser un libro histórico (aunque en algunos momentos también puede serlo) . Podría verse de forma similar a la mitología clásica. Estos mitos tienen su propio lenguaje que solamente es comprensible desde sí mismo. Verlo desde el punto de vista racional (ya ni digamos el histórico) resulta en último término imposible. Por ejemplo, que se diga que hay distintos personajes que sobrepasan con mucho los cien años de edad es históricamente imposible pero significativamente válido. Por eso la Biblia aúna ambos mundos, el del lenguaje mitológico y el de los hechos históricos.
Volviendo con el tema de cumplir o no cumplir la ley. ¿No crees que esta ley de los profetas sería distinta a la ley de la religión imperante en aquel momento.? Es decir, Jesús podría considerarse una “prolongación natural” de los profetas que le precedieron pero esto no quiere decir que no pudiese rebelarse contra la ley injusta de raíz religiosa que imperaba en aquella época.
Saludos
Hola Blues:
ResponderEliminarPerdona que no haya respondido antes: no me había dado cuenta hasta ahora de que habías vuelto a escribir.
Con "teológicamente adulterado" quiero decir exactamente lo que tú luego comentas. Los hechos y dichos de Jesús en los Evangelios tienen una intención teológica, como ocurre también con el AT y sus historias inverosímiles, como la que comentas de la edad fantasiosa de los patriarcas.. Hoy ya ni la propia Iglesia Católica obliga a creer en la existencia real de Adán y Eva, sólo pide que nos fijemos en el mensaje alegórico-teológico que nos ofrece su historia. Los autores del Génesis tenían una intención teológica que pasaba por alto cuañquier consideración de objetividad histórica. Del mismo modo, la historia de Jesús de Nazaret que se relata en los Evangelios está teológicamente adulterada porque sus autores tergiversan consciente o inconscientemente los hechos para encajarlos en la concepción teológica en la que ellos creen; por ejemplo, que Jesús es Dios.
La Iglesia ha ido aceptando, de manera curiosamente cronológica, que la Biblia hay que leerla en este sentido teológico, no histórico. Quiero decir, que todos los teólogos católicos aceptan ya que Adán y Eva nunca existieron. Pero conforme avanzamos en la Historia Sagrada, la Iglesia cada vez es más reacia a aceptar este hecho. Por ejemplo: la figura de Moisés, de cuya historicidad dudan todos los expertos no confesionales, es cuestionada solo por los teológos más progresistas. En el caso de Jesús de Nazaret, hasta teólogos tan libres como Castillo aceptan datos que se han reiterado como históricamente falsos por todos los historiadores no creyentes. Por ejemplo, el que comentamos de que Jesús no inventó ninguna religión nueva: era un judío avant la lettre. O el de que a Jesús no lo mataron los jefes judíos por sus innovadoras concepciones religiosas, sino los romanos por la peligrosidad política que conllevaba proclamarse Mesías (proclamarse Mesías no era una blasfemia ni nada parecido para la religión judía de la epoca.)
Lo que no entiendo es por qué ese afán por "demostrar" con la historia -aunque sea modificándola según convenga- lo que en el fondo y en su esencia más fundamental es cuestión de fe. Imaginemos que se demuestra que Jesús realmente dijo e hizo lo que dicen los Evangelios que dijo e hizo. ¿Acaso eso demostraría la autenticidad de lo fundamental en el Cristianismo, a saber, que Jesús era hijo de Dios y que murió para librarnos del pecado? Si hubiese una grabación con una videocámara de toda la vida de Jesús ¿qué tendría que aparecer en las imágenes que nos convenciera de eso que es lo fundamental de la fe cristiana?
(...Sigue)
(...Continúa)
ResponderEliminarComo bien decía Rudolph Bultmann, a) desde el punto de vista histórico, la tarea de la investigación científica sobre la vida y dichos indudablemente ciertos de Jesús está condenada al fracaso, puesto que faltan fuentes; b) desde el punto de vista teológico es innecesaria: pues la fe no tiene que ver con lo que Jesús hizo o dijo (en la historia) sino con lo que afirma la predicación que obró Dios a partir de él (y fuera de la historia);
Yo comparto este punto de vista y lo aplico a mi fe islámica que, aunque tiene muchos menos problemas de mezcla con lo histórico, también puede verse afectada por esta cuestión. Mi fe está por encima de las investigaciones cientificas históricas o de cualquier otro tipo. Por eso es fe. Mi fe no depende de la espada de Damocles de la ciencia.
Un ejemplo muy sencillo. A mí me gusta la música de Bach. Imaginemos que la ciencia psicológica me demuestra que eso se debe a no sé qué mecanismos adaptativos y a no sé qué procesos bioquímicos. Muy bien. ¿Y qué? ¿Invalida mi experiencia o el valor de la música de Bach? La explicación científica va por su carril y mi fe va por otro: no hay posibilidad de colisión.
Con respecto a lo que me preguntas, no sé si te he entendido bien. Supongo que con la Ley de los profetas te refieres a la de Moisés. En cuanto a la ley de la religión imperante en el momento, no es posible determinarla. En tiempos de Jesús el judaísmo disfrutaba de una gran cantidad de corrientes teológicas, y cada una interpretaba la Ley de Moisés de distinto modo. Jesús fue uno más de los "teólogos" judíos de la época que ofreció su propia interpretación. Pero nunca negó la validez de la Ley. Es como pasa hoy con el catolicismo: ni Ratzinger ni Castillo niegan la validez de los Evangelios, pero es evidente que poseen concepciones muy distintas. Las dos diferencias fundamentales son:
-que Ratzinger tiene el poder de excomulgar a Castillo, porque el catolicismo aúna jerarquía férrea y establecimiento detallado de la "recta doctrina", mientras que en el judaísmo del siglo I la autoridad del Sumo Sacerdote era mucho más limitada y no existía un dogma netamente definido.
-que Castillo, seguramente, no será considerado cuando muera el fundador de una religión distinta al Cristianismo y, por tanto, no se le atribuirán cosas que nunca dijo, como que los Evangelios no eran válidos.
En fin, la verdad es que se trata de un debate muy interesante.
Saludos.
Todavía me sigue llamando la atención que hoy en día se pueda dejar de lado una posible existencia real de Adán y Eva. No voy a decir que no sea legítimo pero resulta sorprendente que nos movamos en un terreno que parece querer salirse del plano material para buscar significados en otros contextos (metafórico, religioso, etc…) y, de pronto, pasemos a un plano histórico y digamos sin más que Adán y Eva no tuvieron existencia real. Por lo que yo sé es algo que podría considerarse habitual en la teología contemporánea. El mismo Castillo “soluciona” el tema diciendo que Adán y Eva pertenecen al campo de la explicación mítica. Digo esto porque si decidimos poner el listó a esta altura también lo podemos subir y acabar reduciendo buena parte de lo que se relata en la Biblia al campo de lo alegórico y de la tradición popular.
ResponderEliminarEl tema de buscar comprender los hechos históricos para así comprender los teológicos es bastante complicado. Es verdad que, como bien dices, está en última instancia condenado al fracaso pero también es cierto que han existido multitud de hallazgos arqueológicos y trabajos de investigación que han redefinido la percepción histórica y, consiguientemente, el significado teológico. Es verdad que no se puede dar el mismo significado a un hallazgo que modifique el pensamiento de un autor (por ejemplo los recientes descubrimientos de los textos de Antifonte) que los que circunscriben al ámbito religioso. Desde luego la fe no se puede reducir a una base histórica. Pero, de todas formas, creo que esta fe puede moldearse de distintas maneras según los trabajos de investigación y los hallazgos arqueológicos. Sin ir más lejos ahí está el blogger Piñero aprovechando descubrimientos como los manuscritos de Nag Hammadi para confeccionar uno de sus últimos libros, “Todos los Evangelios”. Yo creo que para él, al igual que para buena parte de los estudiosos del cristianismo que llevo visto el motivo último de lograr una mejor compresión histórica es el de poder encauzar mejor la propia percepción religiosa.
En cuanto a la actitud de Jesús con respecto a la ley todavía tendría que pensarlo. Fundamentalmente pretendía tomar ese pasaje (Mc 3,4) en el que parece que Jesús transgrede la ley religiosa imperante de forma deliberada para avalar esta supuesta “actitud revolucionaria” de Jesús. Según esta cita parecería que Jesús mantuvo esta actitud (cuando menos ahí).
¡Ah! Respecto a las demoras discúlpame y si tienes alguna tampoco hay mayor problema. El texto queda ahí y se puede reanudar en cualquier momento.
Saludos
Es verdad lo que dices: en muchos casos -como seguramente el de Castillo, Pagola, etc.- la investigación histórica seguramente tiene el objetivo último en sus autores de encauzar mejor su fe religiosa. Sin embargo esto no es cierto en el caso de Antonio Piñero: él es agnóstico y ha declarado en varias ocasiones que su interés por estos temas es puramente histórico.
ResponderEliminarHablando de Piñero, precisamente en uno de sus blogs explica y argumenta muy bien el tema de la opinión de Jesús acerca de la Ley, y cuán diferente es el resultado de la investigación filológica e histórica del que suelen ofrecer los teólogos.
http://www.tendencias21.net/crist/?start=380
En esta página de su blog y en otras puedes encontrar abundante información sobre el tema.
Con respecto al pasaje de Mc. 3:4, te cito lo que dice el experto en Jesús histórico y judaísmo del siglo I Geza Vermes, porque creo que merece la pena:
"El principio básico, osea, que salvar la vida invalida el sábado, es nítido en las enseñanzas rabínicas [cita los pasajes pertinentes de la Midrash]; es, evidentemente, también parte integrante de la visión de Jesús."
Cita después este pasaje de la Misnah: "Si un hombre sufre dolor de garganta, pueden poner medicina en su boca un sábado, puesto que hay dudas sobre si su vida peligra, y siempre que haya dudas al respecto esto está por encima del sábado."
Por tanto, lo que Mc. añade después acerca de que los fariseos, al ver a Jesús curar en sábado, se confabularon con los herodianos para matarlo, es muy poco creíble.
Marcos escribe su Evangelio en griego para ciudadanos del Imperio que solo conocen cuatro tópicos negativos sobre la religión judía -algo parecido a lo que pasa hoy con los ciudadanos de EE.UU. y su concepción del Islam. En los momentos en que lo escribe, los judíos son los enemigos principales de Roma y Tito acaba de arrasar Palestina pueblo a pueblo, incluyendo Jerusalén y su Templo .
Para sobrevivir en ese entorno, Marcos y el resto de evangelistas necesita no solo exonerar a los romanos de la culpa de la muerte de su líder, Jesús, sino hacer ver que, pese a ser judío de nacimiento, era odiado por los suyos. De esa manera intentaba congraciarse con el Imperio. Así se explican sus esfuerzos para hacer ver en el relato que los fariseos odiaban a Jesús y querían matarlo, ya desde el principio. Las invenciones no serían creíbles para alguien que conociese bien la religión y los hechos de la época y el entorno de Jesús: los fariseos no podían odiar a alguien que dijera eso sobre el sábado, porque ellos mismos eran quienes lo mantenían, ni tampoco aliarse con los herodianos, a los que odiaban más si cabe que a los romanos. Pero la inmensa mayoría de los primeros lectores potenciales de Marcos apenas sabían nada sobre los asuntos internos de los judíos de hacía medio siglo, que en aquel final del siglo I ya estaban dispersados, proscritos y sin Templo.
Saludos. Es un placer charlar contigo.
No sabía que Piñero se había declarado agnóstico y es importante porque el prisma desde el que se ven las cosas cambia muchas los resultados.
ResponderEliminarEs muy interesante el enlace que has puesto. Desde luego la visión es distinta (especialmente me lo parece en el artículo sobre la posible transgresión de la ley judía por parte de Jesús ) Más que invalidar lo que mencioné antes lo que se me ocurre a primera vista es que parecería contradictorio. Podría parecer que hay sucesos distintos y que cada parte decide escoger los que más le interesan para justificar su postura. Sin embargo quizás se puedan comentar algunos apartados. Por ejemplo:
«Más fácil es que pasen el cielo y la tierra que caiga un sólo ápice de la Ley.» (Lc 16,17) Eso podría interpretarse como una atención de la ley en cuanto a justa, mientras que en la mencióna la que aludía habría un desafío de la ley por ser injusta.
«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda» (Mt 5,17-18) Aquí también habría que pensar a qué ley se refiere. A la ley imperante religiosa o a la ley, por ejemplo, de los mandamientos.
No es que quiera buscarle “tres pies al gato” o defender a toda costa la posición de Castillo. El artículo de Piñero es interesante pero ya sabes que esto no es matemáticas y puede ser tan arriesgado sacar conclusiones sobre los textos haciéndolo de forma literal como mediante interpretaciones.
Con respecto a la réplica que haces de (Mc 3,4) ahí ya no puedo decir nada. Si el pasaje de la Misnah ("Si un hombre sufre dolor de garganta, pueden poner medicina en su boca un sábado, puesto que hay dudas sobre si su vida peligra, y siempre que haya dudas al respecto esto está por encima del sábado.") tiene una correcta correlación histórica no quedaría mucho para dudar.
Te agradezco mucho todas las referencias. Más que nada porque la versión de Castillo resulta encantadora pero también es importante corroborar todo lo más posible.
Disculpa también la demora. Llego algo tarde pero acabo llegando.
Un saludo.