Charlas de José María Castillo (teólogo) : 2ª "Jesús y la reforma de la Iglesia" (27 de Enero del 2010)

El texto de este artículo es un breve resumen de la conferencia dictada por José María Castillo el 27 de Enero de 2010 y que tuvo por título “Jesús y la reforma de la Iglesia”. Como la charla se puede ver íntegramente en los dos vídeos que están a continuación (algo más de una hora de duración en total), quien quiera que lo desee puede prescindir sin mayor problema de la lectura del artículo y únicamente optar por visionar los vídeos.
José María Castillo es muy cuidadoso en la forma de afrontar su discurso porque su objetivo no es fomentar ninguna insurrección sino plantear una reflexión sobre el estado actual de la Iglesia para que, una vez formulada la crítica, sea posible una adecuada reforma. Como él mismo dice esta reforma debe hacerse por amor a la Iglesia y no por resentimiento. Éste amor a la institución que Castillo manifiesta es lo que le hace afirmar que la reforma resulta un deber ineludible para los cristianos que no deben transigir con el mantenimiento de actitudes sumisas y deben de tener como objetivo último la memoria de Jesús y los Evangelios. Él mismo deja entrever que el motivo de las dos depresiones que padeció durante ocho años estuvo en esta discordancia entre lo que es la Iglesia en la actualidad y lo que debería de ser realmente.
Parte 1


Si para comprender lo que somos en la actualidad necesitamos saber lo que fuimos en el pasado, para comprender el estado actual de la Iglesia no queda otra que mirar igualmente a su origen y desarrollo. Si bien es cierto que desde los comienzos hasta la actualidad han pasado dos mil años y, por lo tanto, no es posible trasladar lo que sucedió antiguamente en idénticas condiciones a nuestra época, también es verdad que lo que Jesús inició no puede derivar hacia algo que no quiso de ninguna manera. Es más, no sólo no lo quiso sino que también se resistió a este tipo de cosas.
Para Castillo lo que Jesús hizo fue iniciar un movimiento laico que se reunió en grupo y en ningún momento llegó a fundar nada (ni siquiera templos). Esto es lo mismo que también se aseveró en el Concilio Vaticano II (Capítulo I de la Constitución de la Iglesia). Teniendo en cuenta que este movimiento no estaba basado en los valores imperantes en la época (dinero, honor y poder) habría que calificarlo de contracultural. La fuerza del movimiento estaba en que “los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”. Se quería generar un cambio desde la gente de “abajo” y no como siempre se ha hecho desde los de “arriba”, lo que constituye una subversión de la historia ya que ésta siempre se ha pensado desde “arriba”. Castillo encuentra el fundamento y la justificación para esta inversión de valores en que los grandes cambios se han producido no porque alguien gane “su batalla”, sino por los de abajo, por las víctimas. Un ejemplo que ilustraría este caso sería el las pirámides de Egipto que fueron construidas por los esclavos a latigazos, no por el faraón que únicamente las ordenó.
Para empezar el movimiento encontró las primeras contradicciones en los propios discípulos. Mateo, que cobraba los impuestos y estaba plegado al sistema o Judas Iscariote, que según parece tiene el origen de su significación en “sicario”, es decir los revolucionarios que se imponían por la violencia. Los casos son todavía más numerosos y Castillo presume que incluso San Pedro también podría estar en idéntica situación al tener en cuenta que en la noche de pasión el propio S. Pedro llegó a agredir a otro en la cabeza hasta el punto de que no se la partió porque llevaba casco. Sin embargo Jesús toleró todo esto y ni siquiera le dijo a San Pedro que se separase de su mujer al igual que tampoco pidió celibato. Por eso también hay que recordar que San Pablo pidió el derecho de poder viajar acompañado de una mujer. Jesús, en cambio, fue intolerante cuando le preguntaban cuál era el más importante de ellos ya que no toleraba apetencias de poder ni de dominación.
Pero lo que Jesús sabía es que un movimiento que busca perpetuarse necesita de un mínimo de organización y por eso designó a los apóstoles. Llegado este momento los nombres que se escogieron para los dirigentes no podían ser otros que lo que engloba la denominación de diácono. Es decir, los sirvientes. Un grado de relación con lo sagrado que propiamente no es el mismo rango que el de sacerdote. Un motivo para este hecho está en la necesidad de seguir manteniendo la unión y al mismo tiempo evitar que nadie estuviese por encima de nadie. En este momento Castillo explicó que la relación que subyace a esto está en que todo el que “sube” divide, mientras que todo lo que baja une. De esta manera si en una casa discuten y uno quiere imponerse eso genera división. Si, por el contrario, ambas partes ceden (es decir, bajan) eso crea unión.
Parte 2


Este proceso histórico comienza a cambiar cuando a comienzos del siglo II, unos 140 o 160 años de la muerte de Jesús, aparecen obispos y presbíteros. Es entonces cuando se hace importante el tema de si se está ordenado o no (cosa esta que no pertenece al Antiguo Testamento sino que está tomada de la sociedad romana). Consiguientemente pronto aparece el episcopado monárquico. Es entonces cuando a comienzos del S.III toma amplia difusión mediante un escrito el lema de que “El obispo es la voz de Dios”. Por lo tanto se pedía el sometimiento de las gentes al obispo ya que al ser el representante de Dios ejercía las funciones correspondientes. Así Constantino I concedió privilegios económicos y jurídicos a los obispos, y luego, a finales del S. IV, el emperador Teodosio concede a la Iglesia el carácter de única religión del imperio. En ese momento la Iglesia pasó de perseguida a perseguidora. Para el S.XI el Papa Gregorio VII se encontró con tanta “descomposición” que pensó que la mejor solución sería centralizar todo el poder en Roma. En este momento queda marcada una escisión entre los dos milenios. En el primero la Iglesia estaba organizada bajo la estructura de una democracia en la que obispos y demás cargos se escogían por votación. En el segundo, concretamente con Gregorio VII, fueron los señores feudales los que se apropiaron del derecho de designar a obispos dándose el caso de que los que más dinero tenían (frecuentemente los más inmorales) eran los que se hacían con el cargo de obispos. Es por esto que a estas alturas se intentó poner orden bajo el formato de nombrar los obispos “a dedo”. Así, a finales del S. XII, Inocencio III y sus teólogos inventan la teoría de la potestad plena del Papa. Como consecuencia el Papa Nicolás V (s. XV) se consideraba con derecho a deponer emperadores incluso en países paganos. De esta manera es posible que en el S.XV el Papa proclame una bula por la que le regala todos los territorios de África al rey de Portugal al tiempo que hace esclavos suyos a todos sus habitantes. De igual manera Alejandro VI (el Papa Borgia) en una bula que envía a los Reyes Católicos les concede esta misma potestad para que así se hagan dueños de todo.
En estos momentos el mensaje original del Evangelio queda ya muy lejos y el movimiento originalmente laico ha quedado tomado por una institución religiosa. Cuando dos teólogos del S. XVI, Francisco de Vitoria (dominico) y San Roberto Belarmino (jesuita), dijeron que el Papa no tenía plenitudo potestatis terminaron en el índice de libros prohibidos. Francisco de Vitoria no saldría de este índice hasta los tiempos de Pio XI.
La Iglesia ha seguido manteniendo esta dirección hasta el punto de que se ha consolidado como la única monarquía absoluta que queda en Europa con un poder total centralizado en Roma (hay que recordar que el Papa, además del cargo religioso que ostenta es también el gobernante del Vaticano). Conforme se desciende de estrato la situación sigue siendo mala y disconforme a los Evangelios. Por ejemplo, mientras que Jesús denunciaba que el templo se hubiese convertido en una casa de bandidos, hoy en día hay que pagar para hacer varias cosas en iglesias y catedrales (poner velas a santos, etc…). El mismo Castillo denuncia que en su primer destino como jesuita en un seminario menor de niños el rector del seminario había abusado de infinidad de niños. Todo esto quedaba oculto a la luz pública porque había órdenes estrictas de Roma para que no se diese a conocer.
A modo de José Mª el problema actual de la Iglesia se concreta fundamentalmente en el poder y en el boato. Existen una infinidad de títulos dentro de la Iglesia que están expresamente prohibidos en el Evangelio (“No llaméis a nadie Señor”) y que Jesús incluso reprimía por el tipo de ropajes. Todas estas actitudes y posicionamientos acaban redundando en una actitud dogmática y en un autoritarismo. Teniendo en cuenta que el ejemplo se da más con la actitud que con las ideas desde esa posición no es posible explicar los Evangelios ya que sólo es posible convencer a personas que necesitan estar sometidas. En consecuencia las generaciones jóvenes vuelcan su necesidad de solidaridad fuera del ámbito de la religión dejando con ello Iglesias y seminarios vacíos.
Una vez llegados a la situación actual se hace necesaria la búsqueda de una solución mediante una recuperación de la democracia dentro de la Iglesia retomando el origen de la denominación de la institución (ekklesía) y un desplazamiento del principio dominante actual de sumisión hacia la observancia del ejemplo de Jesús (lo que implica el estudio de los Evangelios y de la historia del cristianismo). La Iglesia todavía fomenta una mentalidad sumisa que la siga sin críticas y es por ello que todo lo que se muestre insumiso aparece entre sus principales preocupaciones.
Personalmente tengo que decir que una de las partes que más me ha llamado la atención es la que espontáneamente Castillo a dedicado a la vanidad (vídeo 2, minuto 17). El pretexto fue comenzar explicando las características generales de los sacerdotes de hoy en día y desde la afirmación de que no son especialmente vanidosos pasó a hacer ver que la vanidad se encuentra, de una u otra forma en todos nosotros. Vanidad que también pudo ver en Roma en lo que calificó como un “Circo” completamente alejado del significado del “Sermón del monte” y del que terminó apartándose para vagar en soledad por el Trastevere.

6 comentarios:

  1. Has hecho un resumen excelente y exhaustivo. No puedo estar más de acuerdo con el diagnóstico de la situación actual de la Iglesia Católica. Se aprecia que siente el desencanto común a todos los sacerdotes que vivieron esperanzados el Concilio Vaticano II. El caso es que la involución de la curia ha dado al traste con toda aquella esperanza que se gestó en esos momentos y no parece que haya ningúna intención de retomar ese espíritu, precisamente.
    Hace poco escuché una entrevista a Jon Sobrino y se expresaba en términos similares. Lo mejor de la Iglesia, la élite intelectual y la gente más honesta está perseguida o marginada. Desde fuera no se comprende esto. Tanto desde la izquierda como desde la derecha se critica a esta gente y se les invita a que abandonen la Iglesia, con el argumento de que si no aceptan los criterios de la jerarquía no tienen más que marcharse. Pero es que quizá no sepan que lo que ha ocurrido es lo contrario. Ha sido un grupo minoritario de la Iglesia quien se ha encargado de ir contra sus propias normas, no solo las del Vaticano II. Por ejemplo, hoy la Iglesia la dirige el Papa y su curia, pero en realidad quienes según doctrina deben dirigirla son el Papa y su Colegio Apostólico. Ese grupo minoritario formado casi totalmente de personalidades grises ha sido el que ha dado un "golpe" -cuyo punto álgido fue la misteriosa muerte de Juan Pablo I- que ha arrinconado o perseguido a quienes antes eran el referente teológico de la Iglesia.
    En fín, felicidades por el trabajo.

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  2. Sí. El proceso histórico que describe Castillo refleja la progresiva separación de la Iglesia respecto al mensaje original. Desde luego el Concilio Vaticano II ha resultado insuficiente en este sentido pero yo lo incluiría sobre todo a nivel teórico/teológico. En el contacto con la realidad de la gente la escisión más fuerte pienso que se surgió a mediados del siglo pasado cuando la Iglesia decidió anclarse en una posición retrógrada y oponerse completamente al uso de la píldora. La situación social de ese momento era muy distinta a la de la Edad Media. Aunque pueda parecer algo lejano tomo el ejemplo de la Edad Media porque entonces la referencia era la Iglesia o la nada. Cuando apareció la píldora la sociedad pudo volverle la espalda a la Iglesia porque tenía otro camino al que dirigirse. Así podría plasmarse esa necesidad de solidaridad apartada de lo religioso que suele encontrarse en las Ong's. Precisamente por eso Castillo también suele recordar, tanto en sus conferencias como en sus libros, el origen cristiano de la declaración de los derechos humanos y todo lo que con ello va asociado. La gente que ha seguido manteniendo una necesidad religiosa se ha visto obligada a ir "por libre". Si pensamos en aquello de "divide y vencerás" se podría decir que un panorama así constituye un factor que apoya la posición retrógrada de la Iglesia. A fin de cuentas la Iglesia ha optado por anquilosarse en la mentira para mantener y/o reforzar su status de poder a costa de hacerle un desprecio al mensaje y a las personas.

    Naturalmente para un conservador lo más fácil no es hacer una reflexión, lo más fácil es prescindir de lo que le molesta a base de despreciarlo. En una postura así (la de aquí, por ejemplo) no importa a lo que quede adherido uno, importa mantenerse ligado a la institución. Por eso Castillo incide tanto en el concepto de la sumisión que, como bien explica, ya describió Erich Fromm. Tristemente lo que predomina es la postura sumisa-conservadora (como la de este teólogo) que repudia todo lo que altera su orden conservador de valores haciéndolo, las más de las veces, a base de una demonización avalada con razonamientos pueriles.

    A mí lo que me resulta llamativo es que haya tanta gente vinculada a lo religioso obstinada en mantener una posición conservadora. Quizás sea porque, como Castillo explica en sus libros, la teología de la liberación nace de los pobres (aunque no tenga que estar necesariamente escrita por ellos) y, por lo tanto, brota del sufrimiento. En la Iglesia, en cambio, se suele hablar de cuestiones intelectuales que no tienen un punto de partida en esta posición.

    Muchas gracias y saludos

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  3. Hola bLuEs,tanto tiempo,un retrato bastante fiel de la iglesia actual,afortunadamente aquí se siente bastante menos,el poder de la jerarquía, pero me asombra la lucha encarnizada en España,aunque evidentemente hay mucho de juego político y no precisamente de los partidos políticos sino de la Iglesia como monarquía absoluta intentando mantener privilegios.Saludos

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  4. Hola María C.

    Es curioso esto que comentas de que en hispanoamérica no haya esta percepción del poder de la Iglesia. Sería cosa de pensar más. Desde luego la opulencia europea no parece ser el mejor nido para que circule más lo humano que lo burocrático. Quizás ahí suceda a la inversa.

    Saludos

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  5. bLuEs:
    Aquí las cosas son menos drásticas,hay de todo como en botica pero existen ya varias generaciones que dejaron de preocuparse de si al Papa le viene bien o mal lo que hace,por supuesto mi madre entra en crisis si le digo que el Papa es un cristiano mas y no es infalible.La gente sigue yendo a la iglesia,a la parroquia,algunos mas que otros y muchas veces eligiendo al celebrante para no escuchar que existe el "pecado original","el infierno" en lugar de algo mas real y actual.Los mayores problemas se dan a la hora de bautizar un hijo o casarse ya que en general se cumplen las indicaciones de Roma(aunque no al pie de la letra)existen Obispos y sacerdotes con la suficiente autonomía para obrar a conciencia.No existe la rivalidad que leo y siento en los blogs españoles,no se si sera por ignorancia o por respeto pero así es.Saludos

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  6. Con lo que comentas parece que desde aquí el Papa y todo lo que está alrededor de él sigue más vigente e Europa. Imagino que en parte es por el vicio de hacer ídolos. Es tentador tener una imagen concreta a la que tomar como referente y eso se va pervirtiendo poco a poco.

    Parece bastante más ilusionante el panorama que describes que el que se suele ver por aquí.

    Muchas gracias y saludos

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